12 preguntas clave para mejorar la salud cerebral este año, según especialistas
Cada año nuevo trae consigo una oportunidad única: revisar el estado de nuestra salud y establecer nuevos objetivos para cuidar nuestro bienestar. Sin embargo, muchas veces pasamos por alto uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo: el cerebro.
Este órgano no solo dirige nuestras funciones vitales, sino que también es el guardián de nuestra memoria, emociones y capacidades cognitivas. Entonces, ¿por qué no empezar el año con el propósito de protegerlo y fortalecerlo?
La Academia Estadounidense de Neurología (AAN) propone una sencilla pero poderosa herramienta para mejorar la salud cerebral: hacerle al médico 12 preguntas clave sobre los factores que impactan el cerebro a lo largo de la vida.
Estas preguntas, que forman parte de un estudio publicado en Neurology, abarcan desde hábitos diarios, como el sueño y la dieta, hasta temas más complejos, como el control de enfermedades crónicas y la prevención de traumatismos.
Según el doctor Carlayne Jackson, presidente de la AAN, en un comunicado de prensa, “resolver mejorar la salud cerebral en el nuevo año es un gran comienzo”. La idea es simple: cada una de estas preguntas abre la puerta a conversaciones que pueden transformar tu calidad de vida.
Desde identificar patrones de sueño deficientes hasta comprender cómo tus antecedentes familiares afectan tu salud, estas cuestiones ofrecen una guía práctica para mantener tu cerebro en su mejor forma.
Cuáles son las 12 preguntas clave para mejorar la salud cerebral y por qué
1. ¿Estás durmiendo lo suficiente?
El sueño es esencial para la salud cerebral, ya que permite procesos fundamentales como la consolidación de la memoria, la limpieza de toxinas mediante el sistema glinfático y el mantenimiento de la salud cerebrovascular, según la Academia Estadounidense de Neurología (AAN). Un descanso deficiente, caracterizado por interrupciones constantes o apnea, puede afectar la memoria, el estado de ánimo y la percepción del dolor, además de agravar enfermedades neurodegenerativas.
De acuerdo con un trabajo liderado por la doctora Clémence Cavaillès, de la Universidad de California en San Francisco, las personas con problemas crónicos de sueño pueden experimentar un envejecimiento cerebral acelerado de hasta 2,6 años. “Nuestro estudio, en el que se utilizan escáneres cerebrales para determinar la edad cerebral de los participantes, sugiere que la falta de sueño está relacionada con casi tres años adicionales de envejecimiento cerebral ya en la mediana edad”, explicó la investigadora.
Por su parte, el doctor Daniel Pérez Chada, director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral, señaló a Infobae que en los últimos 50 años se ha perdido el 25% de las horas de sueño. Factores como el estrés y el uso excesivo de pantallas agravan esta tendencia, lo que impacta directamente en la salud física y mental. Consultar al médico para identificar trastornos del sueño y establecer hábitos saludables, como mantener horarios regulares o limitar la exposición a pantallas antes de dormir, puede prevenir complicaciones graves y mejorar la salud cerebral.
2. ¿Tienes preocupaciones sobre tu estado de ánimo, ansiedad o estrés?
La conexión entre la salud mental y cerebral es innegable. El estrés crónico, la ansiedad y la depresión pueden alterar la química cerebral y aumentar el riesgo de deterioro cognitivo. Según el artículo publicado en Neurology, el manejo temprano de estos problemas puede mejorar la calidad de vida y prevenir complicaciones neurológicas.
El doctor Joaquín Diez, especialista en psiquiatría y medicina del sueño, había destacado a Infobae que “la privación de sueño puede manifestarse en problemas como la irritabilidad, la ansiedad, la disminución de la capacidad para tomar decisiones y la memoria”. Estos síntomas, muchas veces subestimados, generan un círculo vicioso que afecta tanto la salud mental como el bienestar cerebral.
Hablar con tu médico sobre estas preocupaciones puede abrir la puerta a estrategias como terapias conductuales, técnicas de relajación o tratamientos farmacológicos, según sea necesario.
3. ¿Estás consumiendo alimentos saludables y suficientes?
La dieta es un combustible esencial para el cerebro. Según la Academia Estadounidense de Neurología (AAN), mantener un acceso estable a alimentos nutritivos es fundamental para el desarrollo, el mantenimiento y la resiliencia cerebral. La falta de nutrientes esenciales puede aumentar el riesgo de enfermedades neurológicas, incluyendo el deterioro cognitivo, la demencia y otras afecciones graves.
El informe de la AAN destaca que las deficiencias nutricionales, como las relacionadas con vitaminas y minerales esenciales, pueden tener un impacto negativo en el sistema nervioso. Además, las dificultades para acceder a una dieta equilibrada incrementan la vulnerabilidad a enfermedades que afectan tanto el cerebro como el cuerpo en general.
Consultar con un médico sobre posibles ajustes en la dieta o el uso de suplementos específicos es clave para abordar déficits que puedan comprometer la salud cerebral. Incorporar alimentos nutritivos y adoptar hábitos saludables en la rutina diaria son pasos fundamentales para proteger y optimizar el bienestar cognitivo a largo plazo.
4. ¿Estás incorporando ejercicio físico regularmente?
El ejercicio físico no solo fortalece el cuerpo, sino que también beneficia al cerebro al promover la neurogénesis, reducir la inflamación cerebral y mejorar la salud vascular. Según la Academia Estadounidense de Neurología (AAN), la actividad física contribuye a mantener la integridad de la materia blanca y ayuda a controlar factores de riesgo como la hipertensión, la hiperglucemia y el colesterol.
El documento resalta que el ejercicio tiene efectos positivos en todas las etapas de la vida, aunque su impacto es especialmente evidente en personas mayores, quienes pueden reducir el riesgo de deterioro cognitivo y mejorar la circulación cerebral al mantenerse activos.
El doctor Ignacio Previgliano indicó en Infobae que “las personas que caminan 30 minutos al día pueden tener un ACV menos grave o, incluso, evitarlo”. Actividades como caminar, correr o nadar no solo mejoran la circulación, sino que también promueven una mejor función cognitiva.
Consultar con un médico sobre el tipo de actividad física más adecuada permite maximizar sus efectos positivos y adaptarla a necesidades específicas. Incorporar el movimiento a la rutina diaria es un paso esencial para optimizar la salud cerebral a largo plazo.
5. ¿Tienes contacto regular con amigos o familiares?
La interacción social es esencial para mantener un cerebro saludable. Según la AAN, las personas con redes sociales fuertes tienen menos riesgo de desarrollar demencia y muestran mayor resiliencia neurológica. Por el contrario, el aislamiento social y la soledad están vinculados con un deterioro acelerado de las funciones cognitivas y una mayor vulnerabilidad a enfermedades neurodegenerativas.
El informe también destaca que las interacciones sociales benefician el cerebro al reducir el estrés, promover la estimulación mental y fortalecer las reservas cognitivas. Las personas que mantienen vínculos sociales activos muestran mejores resultados en la prevención del deterioro cognitivo.
Consultar con un médico o profesional de la salud sobre cómo mejorar las relaciones sociales o superar el aislamiento puede ser un paso importante para preservar el bienestar general. Recuperar el contacto con amigos y familiares es clave para mejorar la calidad de vida y proteger la salud cerebral.
6. ¿Tomas medidas para evitar traumas?
Los traumatismos craneoencefálicos (TCE), incluso los más leves, pueden tener consecuencias graves en la salud cerebral. Según la Academia Estadounidense de Neurología (AAN), estos traumas generan “disfunción metabólica, lesión cerebrovascular y alteración del sistema glinfático,” afectando el funcionamiento normal del cerebro.
Además, la AAN advierte que los TCE aumentan el “riesgo de epilepsia, deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas.” Estas lesiones, especialmente cuando son repetitivas, pueden provocar daños acumulativos que afectan la calidad de vida a largo plazo.
El informe señala que los efectos acumulativos de los TCE, como los que ocurren en deportes de contacto o por caídas frecuentes, agravan el daño cerebral. Según la AAN, estos traumas “involucran un complejo de disfunción metabólica, lesión cerebrovascular y alteraciones neuroquímicas” que incrementan el riesgo de complicaciones neurológicas a largo plazo. Consultar con un médico sobre actividades de riesgo puede ser útil para proteger la salud cerebral, al igual que sobre medidas preventivas para cada caso.
7. ¿Controlas tu presión arterial regularmente?
La hipertensión es conocida como el “asesino silencioso” por sus efectos en el sistema cardiovascular, pero también puede impactar gravemente el cerebro.
Según la doctora Marcela Tripolone, presidente del Comité de Hipertensión Arterial de la Federación Argentina de Cardiología, en una nota publicada en Infobae, “la hipertensión no controlada puede dañar gravemente los vasos sanguíneos y los órganos del cuerpo, lo que aumenta el riesgo de complicaciones graves como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares (ACV), aneurismas, insuficiencia cardíaca, problemas renales, problemas oculares, síndrome metabólico, demencia y más”.
Por su parte, el doctor Ignacio Previgliano afirmó que “reducir el consumo de sal es una medida sencilla para prevenir el ACV y otras patologías.” Este enfoque complementa las recomendaciones de la Academia Estadounidense de Neurología (AAN), que advierte que la hipertensión también afecta la materia blanca cerebral, contribuyendo al deterioro cognitivo y a complicaciones neurológicas como microinfartos.
Consultar con profesionales de la salud sobre estrategias para controlar la presión arterial, realizar cambios en la dieta y ajustar hábitos puede marcar una diferencia significativa. Además, contar con un tensiómetro en casa facilita un seguimiento regular y preciso.
8. ¿Tienes antecedentes familiares de enfermedades neurológicas?
La genética desempeña un papel importante en el riesgo de desarrollar enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson, pero no es una condena. Según la AAN, “los factores hereditarios son importantes, pero no determinantes”, y su impacto puede mitigarse con la prevención y un manejo temprano.
En una nota publicada en Infobae, la Fundación Pasqual Maragall señaló que “en las primeras fases de la enfermedad, las personas afectadas pueden repetir en bucle una misma pregunta y no recordar que ya la habían hecho y se les había respondido”. Este tipo de síntomas subraya la importancia de monitorear antecedentes familiares, especialmente cuando se combinan con signos de deterioro cognitivo temprano.
Hablar con el médico sobre antecedentes familiares es crucial para diseñar un plan personalizado de prevención. Esto puede incluir exámenes específicos, ajustes en la dieta y cambios en el estilo de vida que ayuden a reducir el riesgo de enfermedades neurológicas.
9. ¿Tienes problemas para costear medicamentos?
El acceso a tratamientos neurológicos sigue siendo un desafío para muchos pacientes. Según la AAN, “el aumento en el costo de los medicamentos esenciales ha comprometido la adherencia a los tratamientos en condiciones como la epilepsia y la esclerosis múltiple”.
Esto afecta directamente la capacidad de los pacientes para mantener sus terapias, lo que agrava las condiciones neurológicas que intentan controlar.
La AAN destaca la importancia de abordar estas barreras económicas para garantizar que los pacientes reciban los medicamentos necesarios para preservar su calidad de vida. Hablar abiertamente con el médico sobre alternativas, como medicamentos genéricos o programas de asistencia financiera, puede ayudar a encontrar opciones viables que permitan seguir con tu tratamiento.
10. ¿Estás al día con tus vacunas?
Las vacunas no solo protegen contra enfermedades infecciosas, sino que también previenen complicaciones neurológicas graves. Según la AAN, inmunizarse contra infecciones como la meningitis, la encefalitis y el herpes zóster es crucial para evitar daños cerebrales permanentes.
Estas enfermedades pueden desencadenar consecuencias graves, como inflamación cerebral y trastornos neurológicos crónicos. El documento también indica la importancia de vacunarse contra patologías específicas según la edad y el historial médico.
Consultar con profesionales de la salud sobre las vacunas recomendadas, como las de la gripe o el COVID-19, es una medida preventiva esencial para cuidar la salud cerebral y general
11. ¿Evitas exposiciones negativas como fumar o la contaminación?
El consumo de tabaco, el abuso de alcohol y la exposición a contaminantes ambientales son factores que deterioran significativamente la salud cerebral. De acuerdo con la AAN, “el tabaquismo está vinculado a un mayor riesgo de demencia y accidentes cerebrovasculares”, mientras que la contaminación del aire puede acelerar el envejecimiento cerebral.
El doctor Ricardo Allegri, de Fleni, explicó en una nota en Infobae que “la diferencia entre el envejecimiento típicamente normal y el exitoso es el control de los factores de riesgo: hipertensión arterial, diabetes, dislipemia, obesidad, sedentarismo, aislamiento social, baja educación e inactividad cognitiva, entre otros”.
Consultar con profesionales de la salud sobre estrategias, como dejar de fumar, reducir el consumo de alcohol o minimizar la exposición a contaminantes, puede proteger tanto la salud cerebral como el bienestar general.
12. ¿Tienes acceso a atención médica y transporte?
Los determinantes sociales de la salud, como el acceso a atención médica, transporte y seguridad, tienen un impacto directo en el bienestar cerebral. Según la AAN, la ausencia de estos “aumenta el riesgo de deterioro cognitivo y agrava las desigualdades en salud.”
Abordar estas barreras puede facilitar diagnósticos y tratamientos oportunos, especialmente en comunidades vulnerables.
Identificar recursos como la telemedicina, programas comunitarios o servicios de transporte asistido puede ser clave para garantizar un cuidado adecuado y equitativo.