La Guerra Irán–Irak: un conflicto que resuena en el presente

Historia y cierre del conflicto (1980‑88)
El conflicto que enfrentó a Irán e Irak entre septiembre de 1980 y agosto de 1988 concluyó sin una victoria decisiva. Ambos bandos sufrieron cientos de miles de bajas y pérdidas económicas devastadoras. La guerra terminó con un alto el fuego mediado por la ONU, sin modificaciones territoriales significativas. Sus efectos, sin embargo, dejaron una huella profunda: fortificaron las estructuras militares y patrióticas en ambos países, especialmente en Irán, donde el recuerdo de la “Defensa Sagrada” se mantiene vivo .
Lecciones estratégicas en la defensa contemporánea
Irán sigue evocando la guerra como pilar de su doctrina de defensa. En septiembre de 2024, con motivo del 44º aniversario del conflicto, el ejército iraní reafirmó su compromiso de defender la soberanía nacional “incluso con sacrificios” . Las enseñanzas del conflicto —guerra asimétrica, el uso de milicias, y la inversión en defensa antiaérea— han dotado a Irán de una doctrina militar más sofisticada y resiliente.
Relevancia regional en el presente
Aunque la guerra terminó hace casi cuatro décadas, su impacto repercute indirectamente en la geopolítica actual del Medio Oriente:
Influencia militar y política: Irán mantiene redes de poder con milicias en Irak, Siria, Líbano, y Yemen, consolidando su “Eje de Resistencia”. Sin embargo, tras reveses recientes—como la caída de Al Assad y las derrotas en Gaza y Líbano—está en riesgo de perder terreno en la región, especialmente en Irak, donde Bagdad busca desvincularse progresivamente .
Crisis energética y rutas de exportación: La amenaza iraní de cerrar el Estrecho de Hormuz en junio de 2025, en represalia a ataques israelíes, evidencia la persistente estela del conflicto: la seguridad de esta vía marítima sigue siendo vital —y vulnerable— para el comercio petrolero mundial .
Conflictos nucleares y ofensivos: Irán ha respondido a los recientes ataques contra sus instalaciones estratégicas —como los realizados por Israel— con misiles, aumentando la tensión nuclear. En este contexto, el país ha aumentado el enriquecimiento de uranio al 60 %, acercándose a potencial capacidad armamentista .
Síntomas de tensión y escenarios futuros
Aunque la Guerra Irán–Irak es de por sí un capítulo cerrado, la región sigue encendida:
Ataques israelíes recientes han dañado gravemente la capacidad misilística de Irán, y el gobierno iraní advierte que podría responder con ataques a bases estadounidenses en la región .
El incremento del stock de uranio iraní, junto a su plan de misiles de largo alcance, ha reavivado temores sobre una carrera nuclear .
Politicamente, Irak intenta distanciarse del influjo iraní: los líderes iraquíes han recalcado que el debilitamiento iraní “no será negativo” para Irak, que apuesta por una identidad soberana e independiente .
Aunque la guerra Irán–Irak finalizó en 1988, sus consecuencias siguen moldeando el presente.
Irán ha capitalizado las lecciones del conflicto para afianzar su aparato militar y proyectar influencia mediante milicias.
Sin embargo, a día de hoy enfrenta presiones: ataques extranjeros devastadores, frágil economía e intentos regionales de reducir su hegemonía.
Irak, por su parte, muestra inclinaciones claras hacia una postura más autónoma.
Este legado —mezcla de rivalidad, adaptación y memoria histórica— convierte a la Guerra Irán–Irak en una pieza clave para entender la dinámica actual del Golfo y el Medio Oriente.