Día Mundial de la Salud Menstrual
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró que alrededor de 2.000 millones de personas menstrúan en el mundo. Un proceso natural por el que atraviesan, mensualmente, “más de 12 millones de niñas, adolescentes, mujeres, varones trans y no binaries” en la Argentina, según la Aids Healthcare Foundation (AHF).
Dentro de ese número, una gran parte no puede acceder a los medios de higiene necesarios para poder continuar con una vida normal durante los días que dura la menstruación. La situación afecta directamente al desarrollo educativo y profesional, ya que a veces no pueden asistir al colegio o al trabajo. Esto genera que los individuos se encuentren en condición de “pobreza menstrual”.
El 28 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Salud Menstrual, con el fin de concientizar y educar a la sociedad sobre este proceso menstrual, lo que implica y cómo integrar políticas de desarrollo para garantizar el acceso de las personas que menstrúan a los productos que necesitan. Hay que considerarlo como un derecho humano, no solo de higiene, ya que afecta profundamente en la salud física y social. Con esta efeméride se invita a reflexionar sobre la problemática.
En Argentina los productos de higiene menstrual pueden ser hasta un 50% más caros que los de primera necesidad.
La menstruación es un proceso natural del cuerpo femenino durante el cual el revestimiento interno del útero, denominado endometrio, se separa de sus paredes y desciende por el canal vaginal en un fluido que está compuesto por sangre y por células pertenecientes al tejido uterino. Suele durar entre cinco días y una semana, según cada organismo, y puede provocar dolores de cabeza, calambres abdominales, náuseas, molestia en los senos, y cansancio, entre otros síntomas.
Desde la UNICEF declaran que los principales problemas que provocan la pobreza menstrual son la falta de información, el acceso limitado a productos para controlar el sangrado, y la escasez de infraestructura sanitaria adecuada: baños, lugares para tirar desechos. Esto impacta negativamente en la vida de las personas menstruantes.
La poca educación y los tabúes instalados alrededor de la menstruación se suman a los altos costos de los productos y dan como resultado el que una de cada tres adolescentes de América Latina no puedan ir al colegio de manera regular, según comentan desde la AHF. En la región, las toallitas, copas menstruales o tampones no son ampliamente consideradas como productos de primera necesidad, y en la Argentina pueden llegar a ser 50% más caros que los incluidos en la canasta básica.
Esto genera que las mujeres deban encontrar alternativas económicas, pero poco dignas, para mantener tanto una buena salud como una buena higiene. Además, en relación con la falta de lugares aptos, “como mínimo 1 de cada 10 mujeres y niñas en zonas rurales de 12 países no disponía de un espacio privado para lavarse y cambiarse durante su última menstruación”, declararon desde la ONU.
La falta de información y acceso limitado a productos menstruales agravan la pobreza menstrual en muchas regiones.
¿Qué se puede hacer para revertir esta situación?
“No siempre las personas pueden acceder a los medios correspondientes de higiene menstrual o contar con instalaciones de baño seguras. Por este motivo, es vital vincular la salud menstrual a políticas de Estado y considerarlo como un derecho que debe ser garantizado económicamente y aceptado socialmente sin tabúes”, declaró Natalia Haag, Directora de Testeo y Prevención de VIH de AHF Argentina.
En algunas provincias como Tucumán, La Rioja, Córdoba, Misiones y San Luis ya están en funcionamiento políticas públicas de gestión menstrual que posibilitan el acceso a productos para niñas, adolescentes y mujeres.
En todo el país se implementan iniciativas municipales. El esfuerzo se realiza tanto desde las provincias como desde los municipios para proporcionar una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos", según la ONU.
Sin lugar a dudas, es una problemática que más allá del día de su efeméride, invita al diálogo continuó desde la charla de café, los comunicadores sociales, los profesionales de la salud y gobernantes entre otros agentes.
Por: María Lorena Belotti, Periodista Medica
Fuentes: ONU, OMS, INFOBAE, AMA.