La cruz no es el final: el valor del Viernes Santo es el de caminar juntos

ACTUALIDAD19/04/2025 Por Late
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Título: El Viernes Santo no nos llama a la resignación, sino a la entrega con sentido. En cada estación del Vía Crucis, compartimos el dolor del mundo, pero también la fuerza de la comunidad que acompaña, que levanta, que sostiene.

Editorial:
Hoy el silencio pesa. El eco del “consumado es” resuena desde lo alto del Calvario y nos enfrenta a la realidad más cruda del Evangelio: Jesús muere en la cruz. Pero este Viernes Santo no nos habla de derrota, sino de amor llevado hasta el límite. No es un llamado a la resignación pasiva, sino a la entrega activa, a la esperanza que brota incluso en medio del dolor.

El Vía Crucis, más que una devoción antigua, es una pedagogía del alma. Cada estación es una historia compartida con los crucificados de hoy: los que cargan enfermedades, los que sufren en soledad, los descartados, los perseguidos. Caminar juntos el Vía Crucis en comunidad nos enseña que el dolor, cuando se comparte, no aplasta: transforma.

En tiempos de individualismo feroz, el gesto de acompañar se vuelve revolucionario. Cuando el otro cae, no lo señalamos, lo levantamos. Cuando la cruz pesa, no la evitamos, la compartimos. En cada estación, Jesús no está solo. Está con su Madre, con Simón, con la Verónica, con nosotros. Es ahí donde la comunidad encuentra su sentido: en estar, en no soltar, en seguir caminando.

Y si bien la imagen final de este día es la cruz, no es el final del relato. Es un umbral. Es la semilla que cae, pero para dar fruto. Porque donde el mundo ve fracaso, Dios revela redención.

> “El que quiera venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.”
(Mateo 16,24)

Que este Viernes Santo no nos aplaste, sino que nos una. Que nos despierte. Que nos enseñe a mirar la cruz no como un castigo, sino como un puente hacia la esperanza.

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